Desde hace un tiempo aquí, vengo observando que hay una
especie que ha ido evolucionando progresivamente y sin que apenas nos demos
cuenta, está haciendo cambiar nuestros hábitos en la ciudad.
Durante siglos, el ser humano en su infancia, siente un
impulso tremendo e incontrolado de perseguir palomas. Me explico: si vas a un
parque y en él se encuentra un niño de unos 2 años y una paloma, es imposible que
el primero no salga corriendo tras el segundo. Si esto no sucede es debido a
tres posibles razones:
-el niño aún no sabe caminar
-el niño no ha visto a la paloma
-la paloma está muerta
Bien, esta teoría se está quedando obsoleta, ya que ahora
las palomas han evolucionado. Por lo menos en mi ciudad.
Antes, cuando ibas caminando tranquilamente por la acera y a
lo lejos veías una paloma, ésta salía huyendo nada más estar a un metro de
distancia.
Pues, esta distancia de “asustamiento”, se ha ido reduciendo
de tal manera que hoy en día somos nosotros los que tenemos que dejarles paso a
ellas como si de un peatón más se tratase. Y estoy convencida de que dentro de
unos años, en ese parque donde antes los niños espantaban a las palomas
sucederá algo así: